Una tradición popular, emotiva y entrañable
«A las dos de la mañana saldrán los Hermanos de casa del Mayor
con un canto y acompañados con guitarra, instrumento propio para acompañar en
las coplas a María Santísima, según su tradición, y cantarán una copla en la
puerta de. cada Hermano, como igualmente al Clero Parroquial y una vez
terminados, marcharán a casa del Hermano Mayor para salir al segundo toque del
Rosario de ¡a Aurora con banderas...» (Estatutos de la Cofradía de la Virgen del Rosario,
de Mengíbar)......
1. INTRODUCCIÓN
Cuando el verano declina y el otoño se asoma con sus infinitos tonos
cromáticos, entre verdes y amarillos, por las arboledas, y grises y pardos en
las tierras de labor, resecas y carentes en apariencia de vida, Mengíbar vive
intensamente unas celebraciones, difíciles de precisar en sus orígenes, aunque
no en su significado. Quizá surgieran, hace muchos años, cuando sus recios,
abnegados y sufridos hombres habían terminado de las largas y penosas faenas en
la recolección veraniega y necesitaban llenar el tiempo ocioso, hasta que
llegase la simienza, con alguna actividad festiva y atrayente, como la que
surgió en el seno de unas seculares cofradías, cuyas festividades coincidían en
el mes de septiembre, como las de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Virgen de los
Dolores, y muy cercanas al mismo, como Virgen de) Carmen y Virgen del
Rosario.
Sin embargo, resulta sorprendente ver el arraigo de esta tradición
men-gibareña, que se remonta a varios siglos de existencia. Prueba de ello, en
el legajo número 4.158, existente en el Archivo Histórico Provincial de Jaén,
sección de escribanos, el vecino de Mengíbar, Juan de Aguilera, hace testamento
ante el escribano del mismo lugar, Miguel Antonio Sánchez, el 25 de febrero de
1793, y en el mismo manda, entre otras: «que se den seis reales de limosna a la
Cofradía de la Virgen del Rosario, que se sirve en la iglesia parroquial de San
Pedro de esta villa, para que en la madrugada del domingo siguiente los Hermanos
de ella salgan por las calles públicas de esta villa, rezando el Rosario de la
Aurora, desde la calle del Pozuelo, donde él vive, cada año, por Memoria
Perpetua y para siempre». Esto demuestra que el rezo del Rosario de la Aurora
era bastante corriente en Mengíbar y, sobre todo, la profunda vivencia de sus
habitantes en esta tradición, recibida de sus mayores, no como simple herencia
de la festividad o costumbre, sino de participación en el latido hondo de estas
celebraciones. De ahí, que los mengibareños de ambos sexos, contagiados de esa
fe, algo bastante inusual en los momentos actuales, participen en gran número en
estas festividades, que tienen lugar en el último domingo de agosto, en los
cuatro últimos de septiembre y en el primero de octubre.
Quizá para los mengibareños nos sea más fácil el comprenderlas, si
recordamos nuestra niñez y evocamos aquellas tardes de septiembre, cuando
ansiábamos que llegara el atardecer para salir de nuestras casas, llevando de la
mano y colgado de una cuerda, con sumo cuidado, como si de un solemne ceremonial
se tratara, un típico farol, hecho por nuestra buena madre, de un melón, al que
se le había vaciado la pulpa, introducido una vela y hechas unas curiosas
incisiones o dibujos en la corteza, normalmente, cruces, escaleras, calvarios,
estrellas y lunas, que al trasluz y de noche producían unos bellos efectos, más
cuando entonces la iluminación de las calles de Mengíbar no era muy brillante,
así como un curioso y fascinante espectáculo, por lo menos, así lo era para
nosotros, los niños. Otras veces el farol estaba hecho con cartón, forrado con
papeles de seda de colores y colocado en el extremo de una caña, también
forrada, imitando así a los grandes faroles que los Hermanos de las Cofradías
de Mengíbar llevan en los Rosarios de la Aurora y procesiones de la tarde de los
domingos de septiembre.
Cuando llegaban los primeros días del mes de septiembre, nos juntábamos los
amigos de la calle o barrio, cada uno con su farol y, cantando esas preciosas y
típicas coplillas, íbamos a visitar a nuestros familiares, formando pequeñas
rondas, que causaban la admiración de cuantos nos contemplaban.
Creo que del amplio repertorio de coplas, la que mejor sabíamos y cantábamos era
la más bella y sencilla, pero también, la más significativa:
El Rosario de la Carmelita, una campanita toca sin
cesar, porque dice que viene María repartiendo flores por la
«madruga».
Hoy, a pesar del paso de los siglos, perdura con fuerza esta entrañable,
bella, típica y emotiva tradición, que encanta a propios y extraños, creyentes y
agnósticos, fruto de una religiosidad, nunca tan popular, que se ha ido
transmitiendo de generación en generación.
2.LOS PROTAGONISTAS
Aunque sean el pueblo y sus gentes, sin ninguna distinción, los grandes
protagonistas de esta tradición, hay que destacar la organización de los actos,
que corre a cargo de las cinco Cofradías que celebran en esos domingos sus
fiestas principales: Virgen de Fátima (último domingo de agosto), Jesús Nazareno (antepenúltimo de septiembre),
Virgen de los Dolores (penúltimo de septiembre), Virgen del Carmen (último de
septiembre) y Virgen del Rosario (primero de octubre).
Estas Cofradías, muy arraigadas y de gran devoción en Mengíbar, son las que
organizan los actos y cuidan al máximo de todos los detalles, con el fin de que
resulten lo mejor posible.
También participan muy activamente el personal de la Parroquia de San Pedro
Apóstol, tanto el párroco, como el sacristán, Antonio Moya Beltrán, que con el
megáfono auna y coordina los cánticos y rezos del Rosario, así como los
monaguillos, llevando la cruz parroquial. De las Cofradías, los Hermanos y otros
vecinos, hablaremos en distintos apartados de este trabajo.
3.LA MADRUGADA DEL DOMINGO
Podemos decir que todo empieza hacia las tres de la madrugada de los
domingos, citados anteriormente. A esa hora, un grupo de Hermanos de la Cofradía
que le corresponda se reúne en casa del Hermano Mayor para ir a nuñir o «muñir»
al resto de los Hermanos. La esposa del Hermano Mayor, consciente de la
inoportuna hora, obsequia a los presentes con unos dulces caseros, hechos,
exclusivamente, para este momento, con recetas heredadas de sus antepasados,
como hojuelas, pestiños o roscos de aguardiente, que son acompañados de una
copita de anís dulce o de resol, que además colaborarán en gran manera para
preparar las gargantas de los cantantes solistas de las coplas,
así como de los que acompañan, cantando los estribillos a coro. No
pueden faltar los que tocan las guitarras, el único instrumento que acompaña a1
grupo.
Cuando el Hermano Mayor indica, calculando el tiempo que se inver-tirá en
hacer el recorrido por todas las casas de los Hermanos, el grupo abandona la
casa del Hermano Mayor, cantando antes en su puerta la primera copla, una voz
recia y fuerte rompe el silencio de la noche, acompañada del rasgueo de la
guitarra como fondo. AI finalizar, el coro entona el estribillo.
Se inicia el recorrido por las casas de todos los Hermanos, Hermanas y
camareras de la Cofradía, cantando en las puertas de todos ellos una copla,
invitándoles a levantarse e ir al Rosario y llamándoles, hasta que dan muestras
de que lo han oído. Así el grupo se va ampliando, comprobándose en el
acompañamiento del coro. Algunas de las Cofradías, debido al gran número de
Hermanos, tienen que hacer varios grupos para poder muñirlos.
Son muchas las esposas de los Hermanos que obsequian al grupo, cuando llegan
a su casa, con otra copita y un dulce, agradeciéndola los Hermanos, pues así
vuelven a aclarar sus enronquecidas gargantas.
Resulta verdaderamente emocionante y conmovedor despertarse en el silencio de
la noche con esas encantadores coplas, cantadas con voces graves y recias. Creo
que en esos momentos el que las oye, sea o no Hermano de la Cofradía, cree que
está en otro mundo, en otro ambiente y que no es posible que sea cierto lo que está oyendo.
Por fin se han recorrido todas las casas de los Hermanos, casi coincidiendo
con la hora del inicio del Rosario en la Parroquia de San Pedro Apóstol. Si hay
que esperar, el clima, normalmente, es benigno a esas horas y se hace, sentados
en los bancos de la plaza de la Constitución.
La gente joven va llegando temprano a la plaza, agrupándose en sus
correspondientes pandillas, y también esperan en la puerta de la iglesia.
4. EL ROSARIO DE LA AURORA
Son las siete de la mañana y las campanas dan el tercero y último toque,
anunciando que va a empezar el Rosario. La gente afluye a la iglesia por todas
las calles que conducen a la misma. La plaza se queda sola y entramos en la
iglesia. Las luces están ya encendidas. Los primeros bancos han sido ocupados
por los Hermanos de la Cofradía. Llevan todos un farol con las velas encendidas,
vestigio de tiempos antiguos, cuando las calles estaban oscuras o iluminadas
débilmente por unos escasos y aislados faroles de aceite, la mayor parte de la
noche apagados, sobre todo, cuando hacía viento o llovía. En las caras de los
Hermanos asoman claros síntomas de no haber dormido y de estar cansados, por lo
que han acogido este rato de descanso con agrado. En la iglesia se oye el rumor
y susurros de los fieles, que llegan y ocupan los pocos sitios vacíos de los
bancos.
Delante del altar mayor está expuesta sobre un trono la imagen del domingo
correspondiente. Las Hermanas Camareras la han engalanado vestida con las mejores galas. Una batería le proporciona luz a
través de un reflector, que la conduce hacia su bella cara. Los fieles y
Hermanos no dejan de mirarla imagen y en silencio le rezan, acordándose de las
necesidades de los suyos, de sus problemas más acuciantes. Otros le agradecen
los beneficios recibidos. Algunas lágrimas caen por las mejillas de hombres,
que sólo ellos saben el porqué.
Sale el sacerdote revestido de la sacristía e inicia el rezo del Rosario con
el «Señor mío Jesucristo». A continuación anuncia los misterios gloriosos.
Inmediatamente se oye el rasgueo de las guitarras y un Hermano inicia una de
las coplillas. Hay silencio y el estribillo ya no lo cantan sólo los Hermanos,
ahora son todas las personas presentes, pues lo saben desde que eran muy
pequeñas, cuando, cogidos de la mano de su abuelo o padre, iban con gran ilusión
y contentos al Rosario de la Aurora. Acabada la copla y el estribillo, todos, al
unísono, cantan con original tono el Padrenuestro. Se rezan en laiglesia las
Avemarias del Misterio y, finalizado el mismo, se inicia el segundo, con el
mismo ceremonial de antes. Antonio Moya Beltrán, el sacristán, inicia la salida
por la puerta de la plaza del Sol, y con la ayuda del megáfono entona y acopla
el canto de las Avemarias, al mismo tiempo que empieza a organizar el cortejo.
La gente sale de la iglesia y en la plaza se van formando las filas. La cruz
parroquial, portada por los monaguillos ya está en la plaza de la Constitución,
incorporándose a las mismas los que han dormido un rato más. Los últimos en
salir son los Hermanos. Sus faroles iluminan la noche aún cerrada y ponen esa
nota antigua, ancestral y tradicional. Por el centro de la calle, con los cetros
en la mano y conscientes de su dignidad, van el Hermano Mayor, el Entrante y el
Saliente. El párroco de San Pedro va junto a ellos.
El cortejo se detiene al llegar a la calle Alamos. Cesan las Avemarias, el
sacerdote reza el Gloria y anuncia el tercer Misterio. Otro Hermano de la
Cofradía entona una copla, el estribillo es de nuevo cantado por todos los
asistentes, así como el Padrenuestro, y las filas se vuelven a poner en
movimiento. Las calles están vadas y en algunas bocacalles hay vehículos
detenidos, ocupados por personas que marchan al trabajo y esperan que pase el cortejo. En algunos balcones y ventanas los
visillos están descorridos y sus moradores contemplan con emoción el
espectáculo, así como unos niños en pijama, despertados también por los cantos,
que asoman sus lindas cabecillas desmelenadas, y expresando muy claramente en
sus rostros, somnolientos e interrogantes, la sorpresa de lo que están
viendo.
En la calle García Morato, popularmente conocida por Alta, vuelve a
detenerse el cortejo para iniciar el cuarto misterio. Nueva copla y
Padrenuestro. Está amaneciendo y en el cielo empiezan a verse los primeros rayos
de luz del nuevo día. Por las calles del antiguo casco urbano de Mengíbar, como
Párroco Cristóbal Merino (antes, Eras), Concejo, Pompa, Cruces y Jaén se llega
a la iglesia de San Pedro. El templo ha vuelto a llenarse de gente; se reza el
quinto Misterio y las Letanías con el mismo ceremonial y terminan los actos de
la mañana.
Los Hermanos acompañan al Hermano Mayor hasta su casa, rezándose en la
puerta, antes de entrar, el Credo, puestos de rodillas. Seguramente, la esposa
del Hermano Mayor no consentirá que se marchen sin volver a obsequiarles con
otro dulce y copita para atenuar el sabor amargo de toda una noche en vela,
despidiéndose pronto hasta la tarde, en la que tendrá lugar la Fiesta Mayor en
la Parroquia de San Pedro y, a continuación, la procesión.
La juventud marcha presurosa y en pandillas en busca de los afamados
«churros» de Mengíbar. El ama de casa aprovecha el madrugón para hacer las
faenas que tiene atrasadas o, en compañía de sus vecinas, va también a desayunar
con «churros», llevándoles a los familiares, que no han madrugado, unas
suculentas y calientes rosquillas. Los hombres, aprovechando la placidez de la
mañana, dan un paseo o van a desvaretar las olivas u otro cualquier trabajo
pendiente.
Recuerdo en mi niñez, cuando después del Rosario comprábamos membrillos a los
hortelanos, que vendían su afamada fruta, procedente de las célebres huertas de
los Chorrillos, Castromonte o la Colonia, regadas por los ríos Guadalbullón y
Guadalquivir, junto a la iglesia de San Pedro, y después nos íbamos a jugar al
fútbol en las eras, en las que, afortunadamente para nosotros, sólo quedaba por
esas fechas algún montón de paja del balaguero, resto de la recolección, por lo
que no teníamos problemas con los guardas rurales. Otras veces nos íbamos al
parque, ya con buenas sombras, donde hacíamos los planes para el domingo y
comentábamos nuestras inquietudes e ilusiones, muchas e importantes, entonces,
para nosotros.
5. COPLAS PARA MUÑIR
A lo largo de los siglos se ha ido formando un amplio repertorio de
letras de coplas, con las que los Hermanos muñían al resto de la Cofradía para
invitarles a ir al Rosario. Muchas de ellas se han debido perder, sin embargo,
otras perduran, transmitidas de generación en generación, pues, cuando éramos
niños, ya las oíamos cantar a nuestros mayores. Es difícil calcular su origen,
aunque, como decíamos antes, nos inclinamos a pensar que fue en los siglos xvn o
xvm. Hace bastante años recopilé gran número de ellas, procedentes de
testimonios orales y de colecciones particulares, escritas en viejos, arrugados
y amarillentos papeles. Fruto de todo ello, las ofrezco a los lectores, con el
fin de que perduren para la posteridad.
La lectura atenta de esas coplas nos permite contemplar unas sencillas,
populares e ingenuas composiciones métricas, totalmente anónimas y cuyos autores
han debido ser sacerdotes y poetas locales, que han tratado siempre de mover la
fe del pueblo, mediante estas sentidas alabanzas a Jesús Nazareno o a María, en
distintas advocaciones, no faltando los principios dogmáticos.
A) Coplas dedicadas a Jesús Nazareno
1.De rodillas todos tus
Hermanos,
humildes pedimos nos des tu perdón
y protejas a esta
Cofradía
que, para alabarte, viene con amor.
Estribillo
Y así con fervor,
quien quisiera subir a la gloria,
rezará el Rosario con gran devoción.
verás que María te admite
por hijo querido de su corazón.
verás que...
2.Los Hermanos tienen el cuidado
de andar por las calles para despertar
y sus voces entran en el cielo haciendo armonía
por la «madruga»
Vuestro amparo, benigno y suave,
hoy los desterrados buscan
con afán,
porque saben que eres tú, María,
para con tus hijos
Madre de piedad.
Estribillo
Y por comenzar, en el nombre de Dios Soberano,
así es que resuena, claro y celestial. En el nombre...
Un hermano le dice a otro hermano:
vamos al Rosario; yo no puedo
ir,
porque tengo la mujer muy mala
y alo más preciso hay que acudir.
Estribillo
Hermanos venid
a rezarle Rosario a la Aurora
y a darle alabanzas a la Emperatriz.
A rezarle Rosario...
6.LAS TARDES DE LOS DOMINGOS
Celebra cada una de las cinco Cofradías en el domingo respectivo su Fiesta
Mayor desde tiempos inmemoriales. Algunas la celebran el domingo por la mañana y
otras por la tarde. En ambos casos, tienen lugar en la iglesia de San Pedro.
Solemne Eucaristía y pregón a cargo del Párroco, haciendo un canto y exaltación
a la imagen titular de la Cofradía, así como animando a los Hermanos en el
cumplimiento de sus deberes como cofrades y, por consiguiente,
cristianos. Asistencia masiva de fieles y de la mayoría de los Hermanos de la
Cofradía, pues no en vano así lo ordenan los viejos Estatutos, aprobados hace
bastantes siglos. Desde la casa del Hermano Mayor han venido a la iglesia con
banderas, gallardetes y faroles. Es un día grande para esos Hermanos, y para
algunas de las Cofradías constituye un día excepcional, ya que no celebran
otros cultos más que los de este domingo, como Virgen de Fátima, Virgen del
Carmen y Virgen del Rosario; otras vuelven a tenerlos con motivo de la Semana
Santa, como Jesús Nazareno y Virgen de los Dolores.
7.LA PROCESIÓN
Acabada la Eucaristía, la imagen, que estaba expuesta junto al altar mayor de
la iglesia en un bello trono y adornada primorosamente por las Hermanas
camareras, va a salir en procesión por el itinerario tradicional de Men-gíbar,
que se remonta al siglo xvn, por lo que es fácil adivinar que transcurre por el
casco viejo de Mengíbar. La Banda de Música espera en la plaza del Sol, así como
muchos fieles, que esperan la salida de la imagen para incorporarse a la comitiva. La
Marcha Real suena, cuando la imagen aparece por la puerta de la bella fachada
renacentista de la iglesia de San Pedro, entre aplausos y vivas de unos
corazones agradecidos. Promesas de favores recibidos, como pies descalzos y
llevar el trono de la imagen. Las filas de fieles se van incrementando a medida
que la procesión avanza. Es de noche y el rostro de la imagen va iluminado por
reflectores. Al paso de la procesión, los vecinos se asoman a los balcones y
ventanas y encienden las luces de las fachadas. De muchos de ellos caen lluvias
de pétalos y flores sobre la imagen. Antes, en ciertas casas del itinerario,
adornaban una mesa, a modo de altar, para que depositaran en ella la imagen y
los Hermanos horquilleros descansaran.
Viejas costumbres se ponen en práctica cada año, como las originales
pesadas. Con una romana, instrumento de pesar, adquirida por la Cofradía hace
muchos años o bien regalo de algún Hermano, un palo fuerte y unas sogas, a lo
largo del itinerario de la procesión, se pesa a personas mayores o niños, por
promesas, pagando éstos a cambio una limosna para el arca de la Cofradía. Los
Hermanos encargados del peso, emplean ceremoniales tradicionales y originales,
aumentando en gran cantidad las cifras de los kilos, con objeto de que los
fieles lo hagan también con los donativos.
Cuando la procesión se encierra, los Hermanos, siempre en Cofradía, marchan a
la casa del Hermano Mayor o a un restaurante, donde tiene lugar una comida de
Hermandad, precedida por la obligatoria Junta de Gobierno de la Cofradía.
Los fieles abandonan también la iglesia y caminan a las terrazas de los
bares, normalmente hace aún buen tiempo, para tomar una cerveza. Son muchas la
personas que salen sólo en estos domingos, por lo que también aprovechan el
momento para tal fin.
Recuerdo en mi niñez y juventud, cuando en estos domingos de septiembre
llegaban a Mengíbar varias familias de Andújar con grandes seras, llenas de
piñones. Paraban en la posada de Barahona e instalaban sus puestos de venta en
la plaza de la Constitución, entonces en alto, y los mengibareños compraban
aquellos ricos y frescos frutos de las pinas, pagando por ellos, según fuese la
capacidad de unas medidas de madera. Había que llevar en el bolsillo un
partipiñones, bien metálico o de madera, éstos últimos fabricados por unos
carpinteros de Mengíbar, los hermanos de la Chica Saeta. Como el paseo estaba
entonces localizado exclusivamente en la plaza de la Constitución, si hacía buen
tiempo, ésta amanecía al día siguiente cubierta de cascaras de piñones. Menos
mal que el Ayuntamiento tenía una limpiadora, María Torres Soria, que,
pacientemente, dejaba en poco tiempo la plaza de nuevo limpia. La afición de los
mengibareños a los piñones era tan grande que los vendedores llegaban a Mengíbar los viernes y
permanecían todo el fin de semana. Además de la plaza, escogían otros sitios
estratégicos de venta, además de hacerlo por las calles en unas espuertas, con
unos pregones típicos y bastante llamativos: piñooones, piñoooneees
freeescooos... Hoy han dejado de venir piñoneros. Dicen que no es rentable y que
el fruto es vendido directamente a industrias y confiterías para la elaboración
de postres, dulces y helados. A los niños nos encantaba comprar una pina. La
poníamos durante un rato en la lumbre y después, con una piedra, nos
entreteníamos en sacarles los piñones, que así los encontrábamos más
sabrosos.
Dada la afluencia de gente en las tardes de esos domingos, existía también
la costumbre de los conciertos de la Banda de Música Municipal, en un templete,
construido en la puerta del antiguo Ayuntamiento para la temporada de verano,
incluidos estos domingos de septiembre. Unos paseaban, a los acordes de los
pasodobles, y otros asistían al concierto sentados o de pie. Nuestros mayores
nos hablan del célebre Maestro Miguel Medina Pancorbo, muy gordo, con su chaleco
de piqué blanco, dirigiendo la Banda. El año que no se construía el templete, el
concierto tenía lugar en el centro de la plaza. Viejas estampas de unos tiempos
que ya no volverán, pero que dejaron en nosotros un recuerdo
inolvidable.
8. LAS COFRADÍAS
Forzosamente, hemos de hacer una reseña de las Cofradías, que son las grandes
protagonistas en esta tradición mengibareña. Cofradías, que se remontan a muchos
siglos y, por consiguiente, cargadas de historia, tradición, religiosidad y
vivencias cristianas.
a) Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús
Nazareno
La Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno fue fundada en Mengíbar en
1676, según aparece en diversas actas antiguas, con motivo de ordenarse la
salida de las imágenes de la Parroquia de San Pedro Apóstol de Mengíbar, en las
procesiones de Semana Santa y Corpus Christi. Sin embargo, no conserva esta
Cofradía documentación de tal fecha, siendo la más antigua, la del año 1903, en
que comienza un libro de actas y cuentas de la misma y que llega hasta 1939. En
el mismo libro se contienen noticias de otros libros anteriores de la Cofradía,
en las que hemos podido saber los nombres de los Hermanos de finales del siglo
pasado y los de principios del actual, así como de los Hermanos Mayores que han
regido la Cofradía y los acuerdos tomados por la misma. También se conservan
los libros de cuentas desde 1941 a la actualidad y los Estatutos de 1940, año en
que se reorganiza la Cofradía, después del período de la guerra civil
(1936-1939). Están compuestos de 14 artículos y fueron aprobados por el Vicario
General del obispado de Jaén, don Rafael García y García de Castro, con fecha 29
de agosto de 1940.
Goza esta Cofradía de gran tradición en Mengíbar, desempeñando un gran
protagonismo en la vida religiosa popular, principalmente en la Semana Santa,
en la que, además de la procesión del Viernes Santo, todo un acontecimiento en
la vida local, ese mismo día organiza los famosos y tradicionales Pregones, en
los que cuatro seglares cantan unas bellas secuencias de la Pasión de Jesús
durante un sermón, predicado por un sacerdote en la iglesia parroquial de San
Pedro Apóstol. Estos Pregones, cuya antigüedad se remonta al siglo xvn, son de
una gran belleza, tipismo y originalidad, constituyendo, además de su
significado religioso, un testimonio popular de tradiciones arraigadas en esta localidad y que hoy la Cofradía cuida con gran celo
para que no se pierdan.
Con fecha 30 de marzo de 1991, los Hermanos de la Cofradía, reunidos en Junta
General, acordaron por unanimidad nombrar a Su Majestad, don Juan Carlos I de
Borbón, Rey de España, Hermano Mayor Honorario de esta Cofradía, así como
solicitar de su real persona que le fuera concedido a la misma el título de
Real. Con fecha 22 de abril del mismo año, el Jefe de la Casa de Su Majestad,
comunicaba a esta Cofradía que don Juan Carlos había aceptado conceder tales
peticiones, por lo que, a partir de ese día, esta Cofradía tiene a gala el ser
titulada como Real Cofradía y que el Rey de España sea su Hermano Mayor
Honorario.
La imagen actual de la Cofradía fue confeccionada en 1940 por el escultor
sevillano, señor Piquer Catoulit, que la realizó, imitando al «Jesús del Gran
Poder» de aquella ciudad. Sustituyó a la que fue destruida en 1936, atribuida,
con gran fundamento, al artista jiennense, Martínez Montañez. De aquella bella
imagen se conserva parte del rostro y un interesante y valioso testimonio
fotográfico, que confirman su belleza, destacando su realismo y facciones
correctas, pero, por desgracia, perdida para siempre.
Acompaña a la imagen otra de Simón de Cirene o Cireneo, ayudándole a llevar
la cruz. Fue un obsequio a la Cofradía de doña María Josefa Pareja Aranda, el 15
de marzo de 1924, por una promesa hecha a Nuestro Padre Jesús Nazareno, al haber
regresado su hijo, don José Lillo Pareja, soldado entonces en Marruecos, sano y
salvo de la guerra del Rif.
La imagen de Jesús Nazareno ha recibido culto en la iglesia parroquial de San
Pedro Apóstol, en un camarín o capilla, desaparecido en 1969, a raíz de la
reforma de la iglesia.
b) Cofradía de la Virgen de los Dolores
La Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores fue fundada en la iglesia de San
Pedro Apóstol de Mengíbar en 1755, como lo prueba el libro primero de acuerdos y
cuentas de la Cofradía, así como un acta de 1899, que se conserva en la citada
parroquia, en la que se fija el orden que las Cofradías men-gibareñas debían de
llevar en las procesiones generales. Gracias a la documentación, antes citada,
sabemos que los Hermanos fundadores de esta Cofradía fueron: Francisco López,
primer Hermano Mayor, Juan de Malpica, Manuel del Pozo, Juan de Moya, Andrés de
Párraga, Fernando Sánchez, Pedro de Párraga, Alonso Ramírez, Andrés Benerando,
Salvador Saeta, Manuel Delgado, Juan Camacho, Francisco Cayetano de Gámez y
Vicente Sebastián Sánchez, primer Notario de la Cofradía.
Cuando se funda, lo hace con el nombre de Nuestra Señora de la Soledad y
con el mismo sigue hasta muchos años después, que es cuando aparece con el
de Nuestra Señora de los Dolores y con el que se le conoce en la actualidad. La
entrada de nuevos Hermanos en la Cofradía era muy restringida y sólo se hacía
cuando moría uno de los titulares. Si el fallecido tenía hijos varones, eran
preferidos si lo solicitaban; en caso contrario, los Hermanos votaban en secreto
a los aspirantes, resultando elegido el que más votos tuviese.
Además de los actos del Viernes Santo, esta Cofradía celebraba su Fiesta
religiosa con sermón el día de San Miguel, costumbre que se perdió al ser
sustituido por el penúltimo domingo de septiembre, cuando tiene lugar el
Rosario de la Aurora, la Fiesta religiosa y la procesión.
Cuenta esta Cofradía con bienes inmuebles, siendo la única en la actualidad,
en Mengíbar, que goza de este privilegio. En 1928 los herederos del Hermano
difunto, José Camacho, cedieron en propiedad a esta Cofradía un olivar de 19
matas con un pedazo de tierra calma, en el sitio de «la Muela», del término de
Mengíbar, para pagar los 965 reales que el fallecido debía a la Cofradía por
distintos alcances de los años en que había sido Hermano Mayor. Años más tarde,
y ya en este siglo, una gran devota de la Virgen, doña Angustias Hermida de la
Chica, marquesa de Senda Blanca, donó también a esta Cofradía una huerta en el
sitio denominado «El Cañaveral», en el extrarradio de Mengíbar.
No hemos podido averiguar el autor ni la fecha de confección de la imagen de
la Virgen, que fue destruida en la guerra civil (1936-1939), a pesar de que se
conservan las actas fundacionales de la Cofradía. Sin embargo, sí hay noticias
de un retablo para el altar de la imagen en la iglesia de San Pedro, realizado
por el maestro tallista Francisco Gabriel de Gálvez, en 1766. Unos años más
tarde, concretamente, en 1798, la Cofradía vuelve a encargar otro retablo al
maestro tallista Pedro de Guardia, quizá porque el primero no gustara o se
hubiese arruinado. En esta ocasión sí sabemos su precio, siendo de 3.327 reales
de vellón.
Desaparecida la imagen de la Virgen de los Dolores en 1936, la Cofradía
encargó la actual, en 1940, al imaginero granadino, señor Navas Parejo, que
realizó una bella imagen de formas muy clásicas y expresión bastante acertada.
Así, María sigue siendo el consuelo, la compañía y la fortaleza de los
men-gibareños.
c) Cofradía de la Virgen del Carmen
Corría el año 1600, cuando Fray Gabriel de Cristo, Prior Provincial de la
provincia del Ángel, de la Orden de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen
de la primitiva observancia, se dirigía por escrito a sus amados Hermanos de la
villa de Mengíbar que deseaban ser cofrades de la Virgen del Carmen, autorizando
que se pudiese fundar la Cofradía y dando licencia al Prioste para que pudiera
escribir los nombres de los nuevos cofrades, bendecir los escapularios y
llevarlos al convento de San José de Jaén para allí escribirlos en el libro de
la Cofradía. El valioso documento está firmado en el convento de la Concepción,
de la localidad jiennense de la Mancha (Mancha Real) y fechado a 6 de
septiembre de 1600, conservándose, afortunadamente, en poder de la Cofradía
Seguidamente, se redactaron las Ordenanzas, compuestas de seis artículos,
que, por su originalidad, considero que deben ser conocidos:
1.a. Ordenación:Puede entrar en la Cofradía cualquier
persona, trayendo el escapulario y escribiéndose en el libro de ella.
2.a. Ordenación:No será admitido, si antes no ha confesado y comulgado, pues
en ese mismo día gana indulgencia plenaria.
3.a. Ordenadón:Cada día rezará el cofrade siete Padrenuestros y siete
Avemarias con siete Glorias al Padre, por la Iglesia, extirpación de las
herejías y el bien espiritual de la Cofradía.
4.a. Ordenación:Un domingo de cada mes, el que el Prior señalare, se hará una
procesión por la iglesia, llevando la imagen de la Cofradía de Nuestra Señora
del Carmen, acompañándole todos sus Hermanos. El día de Nuestra Señora del
Carmen, el 16 de julio, que haya misa y sermón, predicado por un padre de la
orden.
5.a. Ordenación:A los que entren en la Cofradía no se les pedirá limosna,
aunque sí pueden dar algo para los gastos de las fiestas de la Cofradía.
6.a. Ordenadón:Los cofrades deberán comulgar en todas las Fiestas de Nuestra
Señora, las tres Pascuas del año y el día de Nuestra Señora del Carmen.
Con estas seis ordenaciones, firmadas por el Licenciado Olea, la Cofradía se
gobernó durante bastante tiempo, destacando la tercera, en la que el cofrade se
obliga al rezo diario de los siete Padrenuestros, vieja costumbre, convertida en
hábito y que hemos visto perdurar en nuestros mayores.
El 11 de febrero de 1601, el Licenciado Alonso de Vitoria, Prior de la
iglesia de San Pedro Apóstol, juntamente con el Padre Sebastián de San Hilarión,
Superior de Jaén de la Orden de los Carmelitas Descalzos, nombraron escribano
de la Cofradía a Cristóbal de Mírez, vecino de Mengíbar y Hermano de la
Cofradía. También acordaron que la Fiesta, que tenía que hacerse a Nuestra
Señora del Carmen, fuera el segundo domingo de cada mes. El 8 de julio de 1601,
los citados anteriormente nombraron Prioste de la Cofradía a Pedro García
Barragán, vecino de Mengíbar. Conserva la Cofradía una valiosa documentación de
siglos pasados, lo que demuestra su intensa actividad y vida cristiana.
Con el paso del tiempo, la Cofradía debió atravesar diversos momentos de
crisis, como lo demuestra el hecho de que en 1703, Fray Andrés de Santa Teresa,
Provincial de la provincia de Nuestro Padre San Ángel de Carmelitas Descalzos de
Andalucía la Alta, da facultad y licencia al Maestro don Pedro Gervasio Duque,
cura de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Mengíbar, para que
pudiera bendecir escapularios y admitir Hermanos en la Cofradía de Nuestra
Señora del Carmen, y, a los que recibiesen el escapulario, les pusiese en el
libro de la Cofradía, para lo que tendría un libro en blanco. Los Hermanos
tendrían la obligación de rezar todos los días siete veces el Padrenuestro y
guardar abstinencia tres días de la semana: miércoles, viernes y sábado. Será en
el mismo siglo, concretamente, el 13 de diciembre de 1793, cuando Fray Juan del
Espíritu Santo, General de la Orden de los Carmelitas de la primitiva
observancia, autoriza la refundación de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen
en Mengíbar, y el 4 de febrero de 1794, Fray Antonio de San José expone al Deán
y Gobernador del Obispado de Jaén, el señor don José Martínez de Mazas, las
razones de la refundación de la Cofradía, al existir 33 cofrades y 27 Hermanos,
por lo que el 7 de febrero del mismo año se aprueban los nuevos Estatutos de la
Cofradía por el señor Obispo de Jaén, que se componen de 12 artículos.
En 1940, acabada la guerra civil (1936-1939), de nuevo se reorganiza la
Cofradía, confeccionándose un reglamento, compuesto de cinco artículos, entre
los que merece citarse el quinto, en el que la Cofradía se reconoce como
auxiliar o parte integrante del movimiento de la Acción Católica y procurará
ayudarle, tanto en forma individual como colectiva, procurando que sus
componentes se inscriban en la misma.
Se conserva un valioso documento fotográfico de la antigua imagen de la
Virgen del Carmen, desaparecida en 1936, con la cabeza algo inclinada hacia la
derecha, semblante juvenil y unas facciones muy bien conseguidas. En la mano
derecha lleva cetro y escapulario y en la izquierda sostiene la imagen de un
Niño. Debido a la fe y devoción popular de los mengibareños hacia esta imagen,
mereció el honor de ser colocada en el Camarín, que antes de la restauración de
1969 existía a la izquierda del Presbiterio, en la nave de la Epístola, de la
iglesia parroquial de San Pedro Apóstol. No regateó esfuerzos la Cofradía para
adornar con decencia el citado Camarín, y con rifas, siembra de garbanzos,
suscripciones, etc., consiguió hacer una bóveda sencilla, pero elegante, así
como un altar digno, delante del Camarín.
Es muy frecuente ver la imagen de la Virgen sin el Niño, debido a que, cuando
cualquier Hermano o gran devoto está gravemente enfermo, en peligro de muerte o
agonía, él o sus familiares solicitan de la Cofradía que la imagen del Niño esté
en la habitación del moribundo para que le ayude en los últimos momentos de su
vida, pues todos son conscientes de la esperanza en esos momentos en la ayuda de
la Virgen del Carmen. Esta fue la causa, así lo creemos, de que no se destruyese
en 1936 la imagen del Niño, pues estaría en casa de algún Hermano enfermo y la
familia debió de esconderla hasta la finalización de la contienda.
En 1940 la Cofradía encarga la confección de la imagen actual al imaginero
sevillano, señor Piquer Catoulit, que supo lograr una bella imagen.
d) Cofradía de Nuestra Señora del Rosario
La Cofradía de la Virgen del Rosario fue fundada en 1697 en la iglesia
parroquial de San Pedro Apóstol, tal como aparece en antiguas actas de la
Parroquia, antes citadas, de los siglos xix y xx, para designar el lugar que
correspondía a cada Cofradía en las procesiones del Corpus Christi y la Soledad
del Viernes Santo.
No dispone la Cofradía en la actualidad de documentos de los años de su
fundación, ya que los más antiguos se remontan a 1903, habiéndose perdido, por
desgracia, los anteriores. Repasando los libros de acuerdos y cuentas,
observamos una gran fe y devoción de los Hermanos a la Santísima Virgen del
Rosario a lo largo de los tiempos, lo que nos hace comprender el por qué esta
Cofradía goza en la actualidad de tanto arraigo en Mengíbar.
La Cofradía suspendió su actividad durante la guerra civil (1936-1939), pero
acabada ésta, el 1 de septiembre de 1939, se reunieron en el domicilio del Hermano Mayor y Notario de la Cofradía, don Andrés
Párraga Aguilar, los Hermanos: don Francisco Cazalilla Aler, don Miguel Moya
Delgado, don Nicolás Lorente García, don Manuel Arroyo Moya, don Juan Manuel
Berguices Muñoz y don Fernando Fernández Cuevas, con el fin de reorganizar la
Cofradía. El 1 de octubre del mismo año volvió a reunirse y acordaron los
Hermanos ratificar y cumplir los Estatutos, con los que se venía gobernando y
cuyos originales se habían perdido por haber estado depositados en la parroquia
de San Pedro Apóstol, cuando se inició la guerra civil (1936-1939). Quizá
merezca la pena transcribir lo que esos Estatutos decían del Rosario de la
Aurora:
«A las dos de la mañana saldrán los Hermanos de casa del Mayor con un canto y
acompañados con guitarra, instrumento propio para acompañar en las coplas a
María Santísima, según su tradición, y cantarán una copla en la puerta de cada
Hermano, como igualmente al Clero Parroquial, y una vez terminados, marcharán a
casa del Hermano Mayor para salir al segundo toque del Santo Rosario de la
Aurora con banderas, gallardete, cetro, marías y faroles encendidos para asistir
a él. A las Hermanas Camareras y Protectoras también se les cantará otra copla
en la puerta de su casa».
Se conservan bastantes testimonios orales en el seno de esta Cofradía. Uno de
ellos nos habla de que fueron 15 los Hermanos fundadores, en memoria de los 15
misterios del Santo Rosario. Después, ese número fue ampliado y en la actualidad
cuenta con más de 80 Hermanos. Aunque no dispongamos de noticias concretas,
esta Cofradía debió de desempeñar un gran protagonismo en la implantación de la
costumbre del rezo del Santo Rosario de la Aurora en los domingos de septiembre
y primero de octubre, costumbre ya tradicional y bastante arraigada en
Mengíbar.
Muy interesantes y sugestivas noticias existen sobre el origen de la
primitiva imagen de la Virgen del Rosario. Cuenta la tradición oral que un
mengibareño, emigrante a América en el siglo xvn, recordando con añoranza a su
novia, que esperaba en Mengíbar su vuelta para contraer matrimonio, conoce a un
buen escultor en aquellas tierras y le encarga una imagen. El escultor se basó
para su confección en la descripción que el joven le hizo de su prometida. Esta
imagen sería la Virgen del Rosario, que llegó al puerto de Málaga, donde un
grupo de Hermanos la esperaban para traerla a hombros hasta Mengíbar.
Esta imagen, como otras muchas, fue destruida en 1936, pero unosdías después
de esos lamentables y penosos hechos, una devota pudo recuperar la cabeza, con
indicios de la salvajada acción, y una de las manos, entre un montón de restos
de las imágenes destruidas. También la imagen del Niño, que la Virgen sostenía
en sus brazos, fue localizada y se consiguió recuperar, al haber sido empleada,
ingenuamente, como muñeco para los juegos de una inocente niña. Cuando acabó la
guerra civil (1936-1939), se mandó la cabeza y la mano a Granada, con las que
el señor Navas Parejo consiguió restaurar y completar una nueva imagen. Pero
ésta, tan querida y venerada por los mengibareños, desapareció en un incendio en
1971, provocado por una vela, que alguna devota había colocado demasiado cerca
del manto de la imagen, en la iglesia de San Pedro. Afortunadamente, de nuevo
pudo salvarse la del Niño. Ante esas circunstancias, don Manuel Párraga Vílchez,
Licenciado en Bellas Artes y prestigioso escultor, realizó una nueva imagen,
que, por su belleza, ha hecho olvidar pronto la anterior. En 1957 la Cofradía
había encargado al citado don Manuel Párraga Vílchez, la construcción de un
Retablo para el altar de la iglesia de San Pedro Apóstol, donde la imagen
recibía culto. En el mismo destacaba un excelente medallón, con escena alusiva a
la Virgen del Rosario, en su parte superior. Estaba situado junto al de la
Virgen del Carmen, en la nave de la Epístola, y también desapareció en la
restauración de la iglesia, en 1969.
e) La Jacobea Cofradía del Rosario de Fátinta
Esta Cofradía, fundada en 1948, es la más moderna de las que celebran entre
sus actos el Rosario de la Aurora, aunque no en septiembre, sino el último
domingo de agosto.
Del 28 al 29 de agosto de 1948, un grupo de jóvenes mengibareños asistió en
peregrinación a Santiago de Compostela para postrarse, junto a la juventud
española de Acción Católica y a la del mundo entero, ante el Apóstol, para
pedirle su poderosa intersección y que reinara la paz en España y en el resto
del mundo, además de confesar su fe en Cristo.
Componían el grupo: don Serafín Alcalá Villalta, don José Polaina Higueras,
don Manuel Duran Siles, don José María Ruiz Jiménez, don José María Párraga
Lillo, don José Párraga Barranco, don Raimundo Medina Medina, don Antón
Pancorbo Gómez, don Francisco Párraga Iglesias y don Enrique Beltrán
Pareja.
En Santiago de Compostela, en aquel ambiente de fervor religioso,
percibiendo el amor y devoción que se vivía en aquellos momentos a la Virgen de
Fátima, se prendaron del mismo y, recordando a su patria chica, decidieron
traerlo a Mengíbar y compartirlo con sus amigos y familiares, comprometiéndose
seriamente a fundar la JACOBEA COFRADÍA DE LA VIRGEN DE FÁTIMA.
Cuando aquellos jóvenes llegaron a Mengíbar, pusieron en práctica su promesa,
pues inmediatamente redactaron los Estatutos, formados por 10 capítulos y 30
artículos, siendo aprobados por el señor Obispo de Jaén, don Rafael García y
García de Castro, con fecha 18 de abril de 1950.
En el artículo 3, del capítulo 1, entre los actos de culto que celebrará la
Cofradía, leemos: «El citado domingo, aniversario de la peregrinación
anunciada, celebrará la Cofradía un Rosario de la Aurora, Misa de
comunión de todos los Hermanos, y procesión con la imagen titular, asistiendo
la Cofradía en pleno con insignias y bandera, así como la Banda de
música».
Con el permiso del entonces Párroco de la iglesia de San Pedro Apóstol, don
Federico Anguita Palacios, empezó a funcionar la Cofradía, adquiriéndose una
bella imagen, que fue recibida por los Hermanos, devotos y fieles, con gran
alegría y entusiasmo, siendo llevada en procesión a la Parroquia para ser
bendecida, recorriendo después los hogares de todos los Hermanos. El primer
Hermano Mayor fue don Serafín Alcalá Villalta, y Secretario, don Manuel Duran
Siles.
El último domingo de agosto de 1949, la Cofradía celebró sus primeros actos,
tal como ordenaban los Estatutos, aún pendientes de aprobación. Solemne Triduo,
Rosario de la Aurora, Eucaristía y procesión con la imagen. Y así, un año y otro
año. Hoy, cuando han pasado casi cincuenta años de la fundación de la Cofradía,
fallecidos algunos de los Hermanos fundadores y encanecido los demás, la
Cofradía sigue viva y activa. Muchos jóvenes forman parte de la misma y en
Mengíbar se sigue amando y dando culto a la Virgen de Fátima.
9. ALGUNOS VECINOS Y COFRADES QUE HAN HECHO Y HACEN
POSIBLE ESTA TRADICIÓN.
Resultaría difícil hacer una relación de todos los mengibareños que
protagonizan esta bella tradición mengibareña. Sin embargo, es forzoso hacerlo,
pues sin ellos esta tradición quizá no fuese posible. Lo único que siento es
omitir alguno o algunos. Estad seguros de que no ha sido esa mi intención, pues
he querido recordar a todos aquellos, de los que he tenido noticias; pido
perdón, si así fuese.
Quizá haya que remontarse a los años anteriores a la guerra civil
(1936-1939), cuando vivía don Juan Santos Galindo y su hijo, don Diego Galindo
Gómez. Creo, sinceramente, que ellos dos han sido los transmisores de estas
coplillas a nuestra generación, pues recuerdo que en una libreta suya, con hojas
amarillentas y letra casi ilegible por haber perdido la tinta su frescura, fue
donde vimos muchas de las coplillas que antes hemos transcrito. No nos puede
extrañar, pues ambos personajes fueron Sochantres de la iglesia parroquial de
San Pedro Apóstol y tuvieron gran participación en la liturgia y celebraciones
de todo tipo de la misma.
En los años cuarenta recordamos a otros dos célebres personajes: Amador
Gallardo y Juan Santos Najas Martínez, que participaron durante muchos años,
muy activamente, en esta tradición, muñiendo para algunas Cofradías, el primero
con la guitarra y el segundo con la voz, y creo que cualquier mengibareño los
recordará con cariño, oyendo su voz y guitarra en las madrugadas de septiembre.
Juan Berguices continuó la labor de los anteriores, cuando la vejez hizo mella
en sus vidas.
Y, cómo no, es imposible no mencionar la figura de otro mengibareño
entrañable, Manuel Galindo Bailón, hijo y nieto de don Juan Santos Galindo y don
Diego galindo Gómez. Aunque no reside en Mengíbar por motivos laborales, él
vive en espíritu con los mengibareños y, cuando llegan las típicas festividades,
como Feria, Semana Santa, los domingos de septiembre, etc., Manolo viene a
Mengíbar, pero a participar muy activamente en ellas, pues su bella voz no puede
faltar en uno de los Pregones del Viernes Santo ni en las muñiduras de los
Rosarios de la Aurora.
También es de justicia resaltar a Juan Moya Beltrán. También él pone su
privilegiada voz en todas las entrañables tradiciones mengibareñas, de las que
es un gran enamorado, caracterizándose por su constancia y participación en las
mismas.
Hay que mencionar, forzosamente, a los componentes de la Banda de Música,
bien la Municipal o la actual, patrocinada por la Asamblea Local de Cruz Roja.
En ambos casos ha muñido en las madrugadas durante muchos años, sobre todo en la
Cofradía de la Virgen del Carmen, y ha acompañado a las distintas Cofradías,
durante las procesiones de las tardes de los domingos de septiembre. En ambas
ocasiones la bella melodía «Rosario» sigue sonando año tras año, despertando en
las madrugadas de los domingos de septiembre y añadiendo tipismo y colorido a
los desfiles procesionales.
Lógicamente, como decíamos al principio, no podían faltar los Hermanos de
las Cofradías. Ellos también son los grandes protagonistas, los que hacen
posible que estas fiestas y tradiciones sigan celebrándose a pesar de todo. A
ellos no les falta la fe necesaria para seguir transmitiéndolas a las futuras
generaciones con el fin de que nunca se pierdan. Entre los Hermanos, por tener
cualidades y ponerlas al servicio de la Cofradía, actualmente, hemos de citar
a:
Cofradía de Jesús Nazareno:
Guitarra:Antonio Barahona del Moral
Francisco Antonio Moya Arellano
Voces:Juan Moya Beltrán
Leonardo Medina Galán Alonso Torres Criado Pedro Pancorbo Barranco
Cofradía de la Virgen de los Dolores:
Guitarra:Ángel Delgado Sánchez
Juan José Robles Fernández
Voces:Juan Lerma Pancorbo
Raimundo Medina Garrido
Ángel Delgado Sánchez Juan Medina Garrido Joaquín Garrido Laguna
Cofradía de la Virgen del Carmen: Guitarra:Sebastián Plazas Plazas
Voces:Bernabé Lerma Gómez Martín Gómez Lerma Fieles con promesa de cantar
Cofradía de la Virgen del Rosario:
Guitarra:Francisco Gijón Sánchez
Fernando Fernández Cuevas
Voces:
Alonso Najas Najas Juan Valenzuela Polaina
FINAL
Y así, desde hace siglos, vive Mengibar esta tradición, así transcurren los
distintos actos de estas sencillas, típicas y originales ceremonias. Quizá, a lo
largo del tiempo haya pasado por momentos de crisis y decadencia; no obstante,
hoy sigue viva y la participación de los mengibareños en ella es alta, además de
la gran influencia que ejerce en la vida local.
Quiera Dios que perdure y que las generaciones venideras sigan participando,
que los niños y niñas sigan haciendo faroles de melón y que en las madrugadas de
los domingos de septiembre se sigan oyendo en Mengibar esas coplas, cantadas por
unos hombres que expresan la fe, heredada de sus mayores.
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inma ibas muy elegante el vestido pre...
es que el rey de este año es muy guap...
queria preguntar quien me podria alqu...
guapa,guapa y guapa te he visto de ce...
Hola buenas....yo estudié en Mengíbar...
MARIA,QUE GUAPA,QUE TIPAZO Y QUE ELEG...
"OLE , OLE Y OLE POR ESAS DOS MOR...